Un gol para la ciencia española y un dedo en el ojo de Microsoft

Sonaba en muchos foros el prestigio de la comunidad española de expertos en supercomputación, pero esto será el espaldarazo definitivo. La decisión de IBM de instalar en España el segundo ordenador más potente del mundo nos sitúa, de golpe, en el olimpo de los países con grandes máquinas supercomputadoras, capaces de realizar decenas de billones de operaciones de cálculo por segundo.

Más aún. El superordenador –que aún no tiene nombre, y que con toda probabilidad se instalará en Cataluña- nos pone muy por delante de Estados Unidos y muy cerca del mayor superordenador del mundo, el “Earth Simulator” construido en 2002 por Japón. Así que por arte y parte del Gobierno y de IBM pasamos de nuestra modesta posición mundial en superordenadores -el del Centro de Supercomputación de Galicia ocupa el puesto 227 del ranking mundial y el del Instituto Nacional de Meteorología el 363- a un segundo puesto, gracias a esta supermáquina de 40 teraflops, es decir, con capacidad para realizar cuarenta billones de operaciones de cálculo por segundo. Queda casi a la par del Earth Simulator, de 41 teraflops, con la ventaja sobre este de que la nueva máquina podrá ser utilizada en muchos campos de la ciencia -biología, climatología, aeronáutica, ingeniería...) y no en uno solo, como ocurría con el Earth Simulator.

Mi primera conclusión es que si en España hubiera sensibilidad científica entre la población, Rajoy ya estaría pensando en dedicar un día de fiesta nacional a IBM, porque la instalación de este coloso en España y la creación del Centro de Supercomputación que lo albergará marcarán un antes y un después en la comunidad científica de nuestro país, aletargada bajo el peso de su obsoleta burocracia. Pero me temo que este revulsivo para la comunidad científica tendrá escaso protagonismo en la lucha electoral.

La segunda conclusión es que IBM le ha colado un golazo a Microsoft. El gigante azul que en su día fue destronado por Gates recupera así el protagonismo y coloca en primera línea a Linux, el principal demonio de Microsoft en este momento. Y es que el nuevo superordenador correrá bajo la plataforma de software libre Linux lo que, más allá del ahorro en licencias, deja en un delicado segundo plano al software propietario, dejando claro que en arquitectura de 64 bits se puede crear un entorno Linux de alto rendimiento.

Aunque Linux como software de servidor nada tiene que ver con Linux en el ordenador del usuario, esta decisión de IBM reforzará la opción de Extremadura y de Andalucía y decantará a algunas administraciones indecisas. ¿Qué hará Microsoft al respecto?

  • Los 500 ordenadores más potentes del mundo
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