El bueno -IBM- y el malo -Microsoft- en la sociedad de la información, en opinión de Castells

Manuel Castells, uno de los gurús de la sociedad de la información, ha criticado a Microsoft por "bloquear el desarrollo" en el sector con sus derechos de propiedad intelectual. "Microsoft bloquea el desarrollo de nuevas fronteras de la expansión de la creatividad en el sector", dijo Castells durante el seminario "La sociedad en red y la economía del conocimiento", organizado por el presidente portugués, Jorge Sampaio, y celebrado en Lisboa. Por el contrario, Castells alabó la opción adoptada por IBM de colaborar con el Gobierno de Brasil para desarrollar un "software" libre, pues considera que la "llave del desarrollo es la creatividad".

Yo estoy de acuerdo con Castells en la defensa de la creatividad y en la necesidad de que los derechos de propiedad intelectual protejan a los verdaderos creadores (autores, ilustradores, editores...), y no tanto a quienes aportan el soporte (fabricantes de papel, de software, de CDs...). Pero sería más cauto al alabar la decisión de IBM, que responde a una estrategia de desgaste de Microsoft más que a un derroche de generosidad.

Me remonto al pasado –unos 25 años atrás- para analizar con esa perspectiva este cambio repentino de IBM. Eran tiempos en que el gigante azul era la referencia única de software y hardware, tiempos en que los clónicos tenían que certificar que eran “compatibles IBM”, aunque curiosamente IBM fabricaba sus ordenadores con dimensiones algo diferentes para que las tarjetas baratas no se pudieran utilizar como repuestos de las “originales”.

Eran tiempos en que los paquetes ofimáticos habituales en los colegios eran la serie IBM Assistant, una suite con procesador (Writing Assistant), base de datos (Filing Assistant), etc. Se distribuía en disquetes de 5,25 pulgadas, muy delicados para el manejo de los escolares. No se podían instalar en un disco duro, de modo que había que manipularlos cada poco tiempo, lo que hacía que se rompiera alguno a diario. IBM permitía un máximo de 5 copias de uno de estos programas, lo que los convertía en un lujo imposible para un centro. Aunque se adquiriera un programa original para cada nuevo equipo, era imposible que el original y las copias aguantaran más de un mes del curso escolar. Los responsables de informática de los centros se pasaban los ratos libres utilizando molestos “copiones” para que no se agotaran las copias disponibles. Todo un tormento, pero IBM se parapetaba en su posición de monopolio e imponía sus condiciones.

Por eso la decisión de Microsoft de lanzar sus primeras versiones de Word, Excel... sin control de copia, se recibió como una liberación. En poco tiempo Microsoft barrió todo rastro de IBM (además de otras marcas de software), a pesar de que sus programas, por ser más visuales, requerían equipos más potentes. Sin duda fue una estrategia milimétricamente pensada para entrar en un mercado cautivo de IBM.

Ahora que la situación es la inversa, que IBM ha perdido el pulso en la fabricación de sus PCs y en la de programas de de usuario final, decide liberar los códigos de su software y entregarlos a la causa del software libre. Y lo mismo está haciendo Sun y otros fabricantes que llamábamos de “cadena de oro”, porque las empresas quedaban atadas a ellos con unos costes disparatados. ¿No es curioso que se unan a la pancarta del software libre cuando han perdido la batalla de la competitividad? ¿Por qué no fueron algo más generosos cuando tenían a sus clientes amarrados a sus licencias? ¿Por qué Microsoft -víctima de la codicia o de la prepotencia- cae ahora en los errores que tanto daño hicieron a IBM en el pasado?

Francamente, estos tiernos corderitos que tiempo atrás repartían dentelladas con dientes de lobo, merecen mi desconfianza, y dudo que hagan mucho bien a la causa del software libre.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
El código de un programa es como el papel; no se peude estar pagando derechos de propiedad intelectual. Lo intelectual no es ell código, sinio lo que se añade sobre él.
Anónimo ha dicho que…
Pues explícale eso al Billy Puertas

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