Ponte rojo... para competir

Según un estudio publicado la pasada semana en la revista Nature los deportistas que visten de rojo tienen ventaja respecto a sus adversarios. Russell A. Hill y Robert A. Barton, investigadores del Evolutionary Anthropology Research Group de la universidad de Dirham, afirman en este artículo que el color rojo en la vestimenta de un deportista le proporciona una ventaja que puede marcar la diferencia cuando los competidores están igualados en todos los demás aspectos. 

Hill y Barton extrajeron esta conclusión tras examinar los resultados de cuatro disciplinas de lucha en los pasados Juegos Olímpicos de Atenas en los que participaban dos adversarios, a los que se asignaba aleatoriamente el color rojo o azul para el combate. Según sus observaciones, el deportista con prendas rojas ganó al vestido de azul en el 55 % de los combates en las disciplinas estudiadas (boxeo, taekwondo, lucha greco-romana y lucha libre). La conclusión parece previsible y razonable. 

El color rojo en la naturaleza suele ir asociado a una mayor agresividad y a situaciones de intimidación del oponente, de modo que parece razonable que "vestir de rojo suele estar vinculado con una mayor probabilidad de vencer". Pero, ¿son significativas las pruebas que llevan a esta conclusión? ¿Es suficiente el análisis de resultados de lucha por parejas en una Olimpíada para concluir que el rojo es ventajoso? 

Que la conclusión parezca razonable no significa que se haya demostrado. Más aún. Los autores relacionan las prendas rojas con la coloración roja utilizada como señal asociada a la testosterona en varias especies animales. Es decir, que vestir de rojo podría análogamente incrementar los niveles de testosterona y, por ello, la agresividad y las posibilidades de vencer. Pero que las prendas rojas incrementen los niveles de testosterona de quien las lleva es una mera hipótesis que el estudio no trata de dilucidar. 

Por otro lado, los investigadores añaden no poca confusión al incorporar en sus matizaciones comentarios sobre equipos que eligen prendas rojas para competir, es decir, prendas que no proceden del azar, sino de la preferencia. ¿Son más agresivos por llevar estas prendas o las eligen porque son más agresivos? 

Las apariencias engañan, también en el trabajo científico 

 En mi opinión, los autores interpretan de forma un tanto superficial la correlación entre vestir de rojo y tener mayor probabilidad de ganar. Pero que exista una correlación entre datos no garantiza que la hipótesis sea correcta. Por ejemplo, hace años vi una tabla que mostraba una elevadísima mortandad por tuberculosis en Segovia, muy superior a la de otros lugares peninsulares. Un análisis superficial llevaba a la conclusión inmediata de que el clima segoviano era especialmente peligroso para los enfermos pulmonares. Pero al profundizar en el análisis se deducía exactamente lo contrario. El clima segoviano era idóneo para el tratamiento de estos enfermos, lo que llevaba a un mayor número de sanatorios especializados y, lógicamente, a un mayor número de fallecidos por estas enfermedades. 

¿No pasará lo mismo con la interpretación del color rojo de las prendas deportivas? Un primer análisis apunta a que el rojo aumenta la agresividad de quien lo viste, pero ¿es esta la única lectura? En ausencia de datos de los niveles de testosterona u otras hormonas entre los contendientes, yo me decantaría por explicaciones más verosímiles, como que el que distribuye la ropa entrega el color rojo al que parece más fiero, o que el menos competitivo acepta mejor el azul o, simplemente, que la muestra tomada para este estudio no es estadísticamente significativa. 

Confieso que se me escapa la representatividad de las muestras cuando se trabaja con experimentos complejos en los que se miden variables de comportamiento humano, como es el caso. De lo que sí estoy seguro es de que hay que andar con cuidado en la interpretación de este tipo de resultados, porque no sería la primera vez que me encuentro con atrevidas conclusiones de estudios basados en muy pocos datos, aunque a decir verdad, me sorprendería que una revista como Nature acepte trabajos de discutible rigor. Seguramente es que carezco de los criterios para entender trabajos de este tipo o que me falta parte de la información. En cualquier caso, a partir de ahora me propongo mirar con un pelín más de escepticismo los estudios de las publicaciones con marchamo de “prestigiosa”. 

Más información


Psychology: Red enhances human performance in contests Nature 435, 293 (19 May 2005) doi: 10.1038/435293 a

Comentarios

Entradas populares de este blog

Patatas fritas: peligro indefinido

La ciencia aclara la "neutralidad" de Tintín

¿Por qué le llamamos eficiencia energética cuando queremos decir subvención?