Orgasmos femeninos en el gimnasio y otros sumideros por los que escapa la credibilidad de la ciencia

¿Será una casualidad o una pauta cada vez más presente? Busqué en Google una interesante columna, leída años atrás, sobre estereotipos y lugares comunes que impregnan muchas investigaciones científicas. Lo que me hizo recordar este artículo fue un titular del telediario en torno a una de esas absurdas investigaciones de “una prestigiosa universidad americana” con objetivos irrelevantes, que prefiero no recordar, sin mayor ambición intelectual que la mera confirmación de lo obvio. Era la confirmación, una vez más, del síndrome del Captain Obvious que parece atacar a muchos investigadores.

El artículo criticaba ese tipo de investigaciones estúpidas, que erosionan los cimientos de la credibilidad científica y que tanto eco encuentran en los medios. Pero los hechos son tozudos, y al lado mismo del artículo buscado -Leer engorda, firmado por Edurne Uriarte en 2008-, destacaba un titular “científico” más reciente y llamativo: Las mujeres tienen orgasmos en el gimnasio (sin sexo)”. No era la opinión de un redactor perspicaz, sino el resultado de una sesuda “investigación de una prestigiosa universidad”. Un urgente clic sobre el explosivo enlace confirmó que estaba ante un nueva evidencia, una más, de esa ciencia mal planteada, acrítica y banal que llega a los medios.

Este artículo, el de los orgasmos, se hace eco de un trabajo “de la Universidad de Indiana”, publicado en una revista científica especializada, que ha demostrado “que el inocente ejercicio físico puede conducir al clímax femenino. En concreto, hacer abdominales, trepar por una cuerda, el spinning o levantar pesas pueden provocar esos placenteros y totalmente inesperados efectos secundarios.” Y por si fuera poco, el estudio apostilla que hay una máquina especialmente eficaz para este cometido -la silla del capitán-, que según los investigadores “proporciona los mejores momentos”.  

El alcance intelectual de este trabajo merece incorporarlo a lo más florido de ese género por el que escapa la credibilidad de la ciencia. Los Premios Ig Nobel se destinan, precisamente, a parodiar este tipo de demostraciones de la banalidad.  El Ig Nobel de Fisiología de 2011, por ejemplo, se concedió en el pasado mes de octubre en Harvard a Anna Wilkinson, Natalie Sebanz, Isabella Mandl y Ludwig Huber por su estudio «Ausencia de evidencia de contagio del bostezo en la tortuga terrestre de patas rojas».

Es cierto que de investigaciones aparentemente triviales surgen descubrimientos interesantes, pero no está mal un poco de crítica sana a la investigación trivial, que tantos recursos consume. Pero en un momento de restricciones presupuestarias hay que intentar cerrar esos grandes sumideros por los que escapa la credibilidad científica. Según Edurne Uriarte, son tres los principales desagües de dicha credibilidad:
1.      La demostración de obviedades, en todos los campos científicos.
2.      El estudio de tonterías.
3.      La corrección política, que constituye el desagüe que más determina la labor científica y mejor pone de manifiesto las limitaciones de la ciencia: “El miedo, el pánico, a llevar la contraria a las modas políticas e ideológicas, muestre lo que muestre el método científico. No espere usted grandes provocaciones intelectuales por parte de los científicos. Espere más bien conclusiones perfectamente equilibradas con las convicciones morales e ideológicas más asentadas. Si Al Gore y el calentamiento global son, por ejemplo, quienes triunfan entre las creencias populares, pocos científicos osarán adentrarse en el camino de la impopularidad llevando la contraria al vídeo de Gore.”

Lo peor de estas investigaciones banales no es solo el descrédito que arrojan sobre una ciencia tan necesitada del apoyo social, sino el enorme coste de oportunidad que llevan asociado, al distraer recursos escasos de otros grandes proyectos de la ciencia, muy necesarios para el progreso de la sociedad y del conocimiento, para llevarlos al territorio de la irrelevancia aunque, eso sí, con una gran popularidad en los medios. Daños colaterales del analfabetismo científico que nos invade.

Comentarios

Sex Shop ha dicho que…
Muy buenooo!!!!!

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