Educar para amueblar cabezas, no para llenarlas
El entrañable profesor Mariano Yela utilizaba una metáfora “digestiva” para explicar el verdadero aprendizaje: “cuando como un filete, al final no hay filete; hay carne y sangre mía: he asimilado el filete”. La interiorización de los contenidos supone eso mismo, que dejan de ser conceptos o procedimientos al uso y pasan a formar parte, indistinguible, de nuestra estructura cognitiva.
El problema surge con el crecimiento exponencial del conocimiento humano. ¿Cómo evitar la “infoxicación” conceptual? ¿Qué enfoque debería elegir el maestro en un mundo rebosante de información? ¿Qué merece la pena aprender?
Novak daba una pista clave: “la educación, en un sentido amplio, es una experiencia que contribuye a que una persona pueda manejar situaciones de la vida cotidiana con éxito.” Es decir, enseñar es contribuir no solo a la adquisición de conocimiento, sino al cambio de emociones y sentimientos que permitan desarrollar la capacidad de manejar nuevas situaciones. Esta idea tiene poco ...