Motivar para que el alumno aprenda

Hay, desde luego, ciertas cosas que solo se pueden aprender haciéndolas. Por ejemplo, es difícil aprender a montar en bici si uno no sube y se cae un par de veces. Pero eso no significa que todo el aprendizaje deba ser experiencial. Por ejemplo, que un alumno vaya a un observatorio no garantiza que vaya a aprender las leyes de la dinámica gravitatoria. Lo que sí es seguro es que se lo pasará mejor y estará más motivado para aprenderlas que si no sale del aula. A veces ni siquiera es posible encontrar "laboratorios" para determinados temas y sin embargo, merece la pena aprender cosas tan intangibles como la filosofía, la mecánica cuántica, los fractales o la teoría del caos, aunque ni sea fácil experimentarlas, ni a veces tengan conexión con la vida. En realidad merece la pena aprender todo aquello que nos haga reflexionar o estimule nuestra inteligencia.

Por otro lado, la atractiva idea de que el alumno aprenda todo por descubrimiento, no ha funcionado. Se ensayó varios años en países anglosajones y fracasó estrepitosamente (aunque el método, que pretendía que el alumno fuera el protagonista de las grandes teorías de la ciencia, era muy atractivo). El problema no solo es la falta de preparación de los profesores para usar esta vía tan experimental, sino también que el aprendizaje humano tiene mucho de obra colectiva, y las cosas más básicas por aprender ya rebasan con mucho el horizonte vital de una persona.

Claro que eso no significa que esté todo perdido. Hay que arar con los bueyes que tenemos, así que lo razonable es buscar vías intermedias. Por ejemplo, a mí me ha dado muy buen resultado empezar con un problema que conecte con el alumno, con sus intereses, y mucho mejor aún si contradice las ideas basadas en el sentido común que derivan de su experiencia. Después me gusta desmenuzarlo, encontrar una explicación razonable y aplicarlo a una situación parecida, para demostrar que funciona. Luego viene la pequeña trampa de generalizar la solución (si algo que ha funcionado bien dos veces funcionará bien siempre, una “falacia piadosa”) y a partir de ello se plantea todo tipo de actividades para mejorar destrezas, establecer procedimientos, consolidar principios, profundizar conceptos o desarrollar estrategias de resolución de problemas. La ventaja es que la mayoría de los alumnos encuentran significatividad lógica (tiene sentido) y también significatividad psicológica (es capaz de modificar sus esquemas previos), es decir, funciona. En definitiva, el reto está en motivar, en plantear preguntas de interés, en estimular al alumno y en lograr que sea él quien siga preguntando.

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