La belleza de las ecuaciones
"QED", escribía con decisión Jaime Jiménez, al final de una compleja demostración. "Quod erat demonstratum”. Miraba extasiado aquella enorme pizarra garabateada hasta sus bordes con símbolos crípticos y apostillaba: "esto que veis es la demostración más hermosa que conozco para este teorema" , mientras los alumnos nos lanzábamos sonrisas condescendientes: en esos momentos todos estábamos con El Gallo: "Hay gente pa tó".
Jaime Jiménez -mi mejor profesor de matemáticas- preparaba concienzudamente sus clases dentro del esquema de una ortodoxia rigurosa, y trabajaba tenazmente todos los matices buscando en los manuales clásicos y en las revistas hasta que daba con el alma de la idea. Pero no todos los matemáticos son como él; hay matemáticos tan divergentes que casi nunca resuelven un teorema, matemáticos que bucean en la historia y matemáticos que orientan su actividad hacia el arte, el caos o el puro juego. También hay matemáticos que enfocan su lab...