Un robot supera a algunos investigadores, trabajando mejor y a menor coste

El pasado 15 de enero Nature decía que un equipo Investigadores de la University of Wales, de la Robert Gordon University y de la University of Manchester, habían perfilado un robot “científico” capaz de diseñar una teoría, idear experimentos para probarla, llevar a cabo esos experimentos e interpretar los resultados.

Los investigadores pusieron el sistema a trabajar haciendo ensayos sobre levadura para determinar la función genética, mientras un grupo de control de científicos realizaba la misma tarea. El robot la llevó a cabo tan bien como el mejor de los humanos, y resultó mucho más barato.

El robot lleva un sistema de manipulación de fluidos, y lleva a cabo los experimentos mezclando líquidos y midiendo el crecimiento de las levaduras. Posee un lector de placas que examina visualmente la levadura y software de inteligencia artificial que genera un conjunto de hipótesis a partir de la información sobre bioquímica disponible y planifica experimentos diseñados para eliminar hipótesis potenciales tan rápida y económicamente como sea posible. Los investigadores concluyen que este tipo de robots reducirían los costes de la investigación científica, y podría aplicarse en pocos años en áreas donde el nivel de automatización del laboratorio es ya muy alto, como en el diseño de fármacos.

La idea de asignar a un robot las tareas más repetitivas, especialmente consumidoras de recursos humanos en el ámbito de la bioquímica o de los nuevos materiales, es una buena noticia. Se trataría en todo caso de un robot “laborante”, nunca de un robot “científico”, por más que dispusiera de sistemas expertos capaces de aumentar su ámbito de decisión a entornos relativamente cambiantes.

Sin embargo, el calificativo de “científico” no está tan mal asignado si se tiene en cuenta al ejército de supuestos investigadores que trabajan de un modo parecido al de esta máquina, por mero ensayo-error, en un proceso dominado por la abundancia de rigidez metódica y la escasez de “inteligencia natural”. Aún peor es la práctica de quienes ocultan esta técnica tan poco imaginativa, rudimentaria y acientífica bajo metodologías de diseño aleatorio de experimentos o cosas de este estilo, que no son sino el ensayo-error disfrazado de fórmulas matemáticas.

Si un robot fuera capaz de realizar el trabajo de un científico, es que esta persona no tiene derecho a llevar ese título y, por el bien de la ciencia, merecería ser inmediatamente sustituido por la máquina.

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